sábado, 30 de julio de 2016

I'm Half

I'm half of everything that I could be.
Half life, half light.
trapped in half

I'm drifting at sea
living trough emptiness
being the woman don't know how to be

I'm half of a broken heart
I'm a funeral
Since I walk without you





lunes, 25 de julio de 2016

Hoy

¿A donde has ido?
Hay tantos espacios vacíos en mi,
y en cada uno de ellos solo encajas tú;
Y no es que no pueda ser sin ti,
Es que esta versión con urgencia es contigo.

No te ofrezco más que te quieros atragantados,
un océano, amor, de finales distintos;
Sueños sin esconderme, 
Que no hay tiempo, o limites;
Que todo desaparece
 Y hoy tu me dices ¡sí!













viernes, 22 de julio de 2016

Verborrea

Yo, que me he visto en el espejo,
y he aceptado ser mis propios fracasos;
Yo, que me he sorprendido en medio de infinitos subestimados;
Yo, que soy todas mis dudas y este manojo de miedos;
Yo, que conozco la tristeza latente de todos mis cigarrillos;
Yo, que además camino sola...

Podría decirte que se han vuelto desiertos todos mis paraísos,
que no encuentro equilibrio sino es contigo, 
que te echo de menos,
y que sin ti, entre otras cosas, derivo en soledad.
Podría decirte todas esas palabras repetidas. 

Verborrea para tapar el silencio en el que me he convertido.









jueves, 17 de diciembre de 2015

Oveja Con V Estaba Tomada

Albert, así dijo que se llamaba; quién hasta hace un momento, había escondido su nombre detrás de un alias de incierta ortografía y coherente excusa para ello, y eso era todo lo que alcanzaba a saber de él.  Tampoco tenía rostro, ni edad, ni voz ni procedencia; solo un presunto nombre. Y digo presunto porque nadie está obligado a dar el verdadero durante una fogosa fechoría moral de auto satisfacción sexual en la web. 
Me parece curioso cómo se despejan los caminos para entrelazarse y coincidir aún cuando disten con miles de kilómetros, y circunstancias y de pronto allí dos, juntándose. Así fue como llegamos, en medio de la algarabía intrínseca de las redes sociales y sus genios, con posiciones ante la vida y sus temas más fundamentales absolutamente contrarias, en todos los sentidos y sin embargo, a manera de hacerle honores a la física y sus leyes, nuestros polos inmensamente opuestos se sedujeron con solemnidad, deviniendo en el nacimiento de una indecible y peligrosa complicidad. Difícilmente podría referirme a la tibia atmósfera que me cobijaba y que pienso que a él también. Era extraño lo cómoda que me sentía y puede que caiga en algún cliché diciéndolo pero incluso estando al otro lado de la conexión, me parecía estar frente a frente con la confianza que solo se consigue a lo largo de los años. Sí, me parecía conocerlo de toda la vida, de otras vidas, de otros tiempos, de siempre.

En medio de la lujuria masturbatoria, no sentía a mis dedos tocándome, sentía los suyos y sentía su boca resbalando por mi cuerpo. No sentía distancias ni existían extraños, en la habitación oscura de la fantasía, se hallaban dos personas bailando en una pista conocida con pasos espontáneos que sabían de memoria, jugando a algo muy parecido al amor cuando sus piernas rozaban y marcaban el un, dos, tres y un orgasmo. 

<¿Qué signo eres?> Preguntó, rompiendo el hielo que  instantáneamente   luego de   que     dos desconocidos acariciaran sus lugares secretos, se crea. <Sagitario>, contesté y él aseguró que no podía ser casual. El aries dominante suponía un – nosotros- y a mí que siempre me habían sobrado los plurales, este contenía un irracional y loco palpitar de mi corazón. Escribiendo letras aleatorias solo para no permitir que se terminara nuestra conversación, descubrí que afirmaba con veinte años más que los míos, también que es aficionado del horóscopo dominguero y que por guayanés, podría retratar su alma si pintaba ríos y caminos de campos verdes e infinitos con la majestuosa voz de Axl Rose puesta de fondo. 

Despedirme esa noche, fue un auténtico naufragio sin rescate. Deseaba poder terminar aquel 21 de Enero uniéndolo con el siguiente 22, fingiendo no tener por costumbre abrir la puerta en cuanto termina el show, porque esta historia perduraría. Disfrutando de despojarme de la tradición de guardarme los labios sino es amor, porque lo sería. Delirando en su cuerpo hasta dormir. Pero independientemente de lo que quisiera, debía volver del pecado. No había espacio para besos despacio, no lo conocía y la magia de haber estado vivos durante un urgente presente, no debe arruinarse con lo inútil de cruzar la línea al atropello de quererse vestidos.
Pese a mis intentos por mantenerme a salvo en la calle del -no te quiero querer-, Albert cruzaba buscándome con sonrisas infames que no entendía, removiendo mis desordenes, acercándose seguro de sí y de un nosotros utópico, condenado al fracaso de la ficción por el anillo presumido que me cobraba los anhelos de un pasado mañana junto a su dueño. <No me gustan las mentiras. Me gustas y debo confesar que soy casado> Dijo el ajeno. Y quizá pude echar los pasos a andar en retirada, pero tenía el deseo hipotecado en sus manos. Mordí el anzuelo y me mantuve en su acera, una sala de espera sin esperanzas. Albert, sin rostro y sin voz, huracán en mi calendario. Aún desconozco que me hizo detenerme en la insolencia de quedarme, pero esta era una de esas mentiras que ganan juicios a la desafinada razón.
Un mal día, él desapareció. Un lunes de marzo recuerdo. Me guiñó el habitual saludo en MD de por las mañanas <Que tengas feliz semana mi mamigabby> Dijo, sin anticipar adiós alguno. Y de vista le perdí. No volvió a contestar a mis mensajes. Me asomaba cada cuanto por la ventana de twitter pero no se iluminaba mi buzón. Tal vez era solo neón, pensé. Y admito la decepción, estaba ahogada entre dos puntos suspensivos  porque no parecían sobrar motivos para una repentina despedida, sobre todo cuando era él mismo quién se lanzaba a  lo inseguro de sentir. Tal vez era solo un turista, pensé. Y a mí me había cautivado la idea de volverme un destino suicida.  Pero un buen día él llegó a sanarme Abril y digo sanarme porque el mes me traía años de heridas abiertas. <No me odies por favor> Dijo. ¿Cómo podría odiarle si que volviese me estaba haciendo feliz?  
Patriota, nacionalista y comunicador, un poco cursi y bastante sexual, conquistador decidido a romper mi coraza y mis fuertes con su voz ahora explorada, para ser ese –con quien- todo quiera al final de cada jornada.  <Fotografié a un congorocho verde que hallé en mi casa cuando pensaba en ti> me contó, y caprichoso el azar empeñado en hacer poesía a costa nuestra, esperando un cambio en el semáforo tres tardes después brota sutil en mis pies uno igual como si acaso hubiese cruzado las trescientas sesenta y dos millas que nos separan haciendo de si un enviado mensajero, tocándome el corazón que se trae por defecto, avisando que demasiado tarde ya era para creer que tenía la voluntad atada todavía a mí. Sucumbiendo así al drama de no ser ni estar seguros pero esperarnos, despojándonos de la confusión entre amor y legalidades, tanteando el espacio a ciegas por creer que existen destinos y casualidad.  Por creer que en almas también se hace el amor.
Entre los versos de Benedetti pensé que había conocido la emoción, entonces él, en una libreta escribió un jardín de cariños para mí y confieso que todos los grandes perdieron sentido. Una egoísta, adicta a la cómoda soledad y carente de empatía, se rindió en silencio ante uno de esos amores que no mueren y que matan.
<Quiero decirte que te amo sin remordimientos. ¿Quieres ser mi novia?> Dijo un domingo 24 de junio. Nunca supe tan poco y tanto como en aquel momento. Me asfixiaba desde hace tiempo la negación absurda de este amor que ardía sin pudor dentro de mí. Incluso si no era lo correcto, incluso si no sabía en qué dirección iría, si el tiempo era tarde, si en lo más profundo de mi amor no pasaría jamás de su cuerpo o si me asustaba cuanto me quemaría al final por ello <Si. Quiero. ¡Te amo!> <¡Te amo!> <¡Te amo!> Cualquier otra respuesta habría sido un molesto zumbido sobrante. Lo amaba y moría por gritarlo. <¡Te amo!>

Que ganas de reconocerlo, de hacer inventario de cada uno de sus lunares.  No lo había visto en 18 años e irónicamente solo podía encontrar la vida en sus pupilas. Convertido en un eco de lluvia permanente en mis pensamientos, mi oBeja negra. Si, oBeja, porque oVeja con V ya estaba tomado por algún otro usuario de twitter. 

Cada noche terminaba con la misma pregunta <¿Cuándo te veré?> y cada noche, la misma respuesta: el pronto más lejano de mi historia. Yo que siempre estuve en paz con mi soledad, hoy me echaba a la agonía exagerada de extrañarlo por las madrugadas. 

<Algún día, de viejo, me acordaré de ti y sonreiré por haberte amado como quinceañero embelesado> decía. Enmudecida para oír el perfume de como la casualidad nos traía para no ser, admito el dolor perpetrante que invadía mis sueños, pero de a poco comprendía que la vida canta la transitoriedad de todo. Él era tan hermoso, después de haber besado una eternidad de labios buscando los suyos que sigo sin conocer, estaba segura de que lo había encontrado aunque fuere por un momento. Me imaginaba besándolo cien veces antes de besarle. Me encantaban sus ojos. 

Llamenlo locura pero habría dado mi vida por conocer la de él. Tenía grabada su voz en mi tímpano y sonaba cada vez que era insoportable el extrañarlo, que se volvía cada vez mas frecuente y relativo según fuera de día o de noche y pasaran los meses. Tenía tatuado su acento en la cuenta que perdí de las maneras que existen de un –por fin- y un –contigo- junto a él.

"Por ti, Libélula encantada, he recobrado el mundo mágico del amor. Por ti ha renacido la esperanza. Por ti soy ahora un bienaventurado. Me has hecho sentir que mi alma dormía en la profunda soledad del cuerpo. Me has devuelto el don perfecto de la poesía, que ha crecido como una rama de música para cantarte, para seguirte por el cielo inconcebible de nuestro amor"  

Me sobraban sentidos para sentirlo, mis cicatrices se hicieron diminutas después   de que su encanto hubiese recobrado para mí el mundo mágico del amor. Me escribía poemas y en el intento de regalarle el cielo me daba cuenta de que no existía mejor verso que conjugar el futuro con verbos en presente, presentes a su lado. 


Nunca nadie había conseguido tales cosas en mí y no imaginaba que pude haber hecho para despertar en él las palabras más bonitas y ajenas con las que jugase a encontrarme en un rinconcito pequeño de su café por las mañanas. No imaginaba quien podría ser yo para que se me hubiese permitido tantas cortas horas en las que no me canso de escucharlo hablar. Era suya y aún no lo conocía y el aire me traía su olor haciéndome inventar colores para pintar su piel. Mi intenso carrusel, mi montaña rusa de miedos e ilusiones, me mataba cada cigarrillo que fumaba sin él y el tiempo se alargaba sin piedad, convirtiendo el humo que inhalaba en lágrimas que se deslizaban por mi barbilla siempre que lo echaba de menos. Quería encontrar en su espalda las páginas de los libros que leería una y otra vez con las yemas de mis dedos, pero él seguía sin llegar. 
Junio pasó, julio pasó, también agosto y septiembre y pasaba un octubre tortuoso enseñándome que el pecho izquierdo, dolerá irremediablemente mucho más que el resto del cuerpo. Buscando paraísos en inviernos fríos sin él. Por su culpa me había convertido en una chiquilla ansiosa a la espera de  navidad. No había fecha pronta y mis manos seguían empeñadas en entrelazarse con las suyas y cualquier intento de levantarme en revolución contra esto, fracasaba porque para olvidarle debía olvidarme antes de mi. 
<Un día menos> decía y le cantaba a mis sueños canciones para consolar su ausencia en ellos. <Un día menos> pensaba, un día menos cada día que pasaba y mientras tanto no hay visión mas clara que el cerrar los ojos y volver a la habitación donde él y yo en otras vidas eramos promesas sobre almohadas empapadas de sudor, donde las distancias no nos destrozaban el corazón, donde fuimos lo que pudimos llegar a ser. <Un día menos> él dijo sin avisar que no quedaban días por restarle a este octubre ácido, que había llegado el 31 y que ese era el total de meses en menos continuos que se acumulaban como trozos de vidrios debajo de mis pies.
<Ve sola mi amor. Yo te acompañaré> dijo. Jugaba conmigo, pensé. Ojala tuviera sus caricias esa noche, que bonita Caracas sería con su atención, como cambiaría de gris a posible. Debía estar jugando conmigo. <Dame la dirección> No era consciente de mí y todo parecía moverse en cámara lenta. <Estoy aquí, espérame.>

Había escrito tantas veces antes sobre él para que al verlo, pudiera reconocerlo sin negar uno solo de sus cabellos. <¿Dónde estás?> Pasó en un taxi a mi lado, sin verme. Temblaba y me parecía    que   el rastro de su sonrisa paría constelaciones adornando el cielo de nuestra noche. Corrí queriendo alcanzarlo <Quédate en esa esquina, no andes mas> Dije. No lo encontraba y se hacían los minutos por donde lo buscaba, un infinito mayor a cualquier otro. 

Y erase allí una vez un sueño cumplido. Parada en la esquina, con tiempos verbales atrapados en la garganta, en el instante que desnudaba el lugar con ganas de hallarlo entre la multitud, en el instante en el que giré mi cuerpo buscándolo, él detrás de mi, me encontró.  


El fin del mundo se llama igual que tú.
Te amo A.N.  

domingo, 16 de febrero de 2014

Me Despojo


Pese a todo, 
          
                    -cada día-

Persistes.


Coleccionando,

       
                       -como en un álbum de cromos-

Mis mentiras.

Lo que soy.


Queriendo, empeñado,

Alucinando...
¡PERO NO EXISTE!


Cariño...



El pecado envuelto, 

Sucediendo una y otra vez.
Que se ha puesto de rodillas
                             -sin ganas de ser redimido-


Te quiero.


Pero...



No soy una estrella

Y te has deslumbrado, como estúpido.
Pensando en una.
Y no soy más, 
Que la luz de un carro que ciega y atropella.
                                                                                                 Que lastima.


Y porque te quiero...



Porque...



Porque te amo.


Me despojo de la dicha, mi amor,

que tus ojos me dan cuando se fijan en mi.



martes, 15 de mayo de 2012

Entre Amantes Y Verdades




Voy a desnudarme frente a ti. Seré un libro abierto.
El resto del mundo se preguntará, 
si acaso aún no aprendo de todos mis desaciertos.
Pero ellos no saben y, yo tampoco.
Tanto viven o eso creen y las cosas nunca son lo que parecen.
No buscas miradas dentro de una vagina, ni alcanzas orgasmos sin antes abrazar.

De todas formas ¿Qué voy a hacer?  
He buscado tanto, que esto va mucho más allá de entender.
Lejos  de lo que pueda ofrecerte, aparece porque estarás dispuesto a volverte loco.
Destroza mi calma porque quieres parir espejismos  en mi lengua.
Creo que quieres quedarte aquí.
Dime si estoy equivocada. Si así es, dispárame. Hazlo otra vez y empieza de nuevo.
Mátame, porque eres vida y aún amarte sin tenerte, me pondría en pie.

Piensas, piensas, piensas. Piensas tú
Como las libélulas, esclavos de la libertad. Pienso yo. Tú y yo.
Una leyenda consumida. Tu existencia y todos mis intentos
Un ojo mirando sin estructuras, mirando al ausente. 
Imaginando una historia sin dedos.
Toda la contradicción metida en mi sangre.  
Somos la guerra entre amantes y verdades.

jueves, 9 de febrero de 2012

Abril (Carta para concurso "Cartas de Amor")


Marchita sobre meses robados, llegué hasta los caminos de las cuerdas de una guitarra que sonaba al son de una historia que arañaba fuerte mis venas y yo seguía mi curso por ellas ofreciéndole todo lo que guardaba en mi cajón…
Desde ese día, soñaba con tu querer de imaginación volátil. Vísteme de noche y de río, yo te pedí. Me concediste más que eso, una taza de café sobre tu mesa por la mañana y la espera con certeza de que no sería solo un amor de verano…
Todo marchaba bien, el jugueteo de tus manos llevándome al Edén cada vez que sobre tu cama me cantabas el amor a las ojeras formadas por las noches perdidas en ti y me condenabas cruelmente a pedirte en lo profundo de tu morena piel que no me enamoraras a morir…
No era solo un cuarto azul, de ropa tirada por ahí con los ladridos de un perro que solía dormir bajo todos esos libros. Era más, era nuestra guarida. Y la ventana llena de las cenizas de los cigarrillos que acompañaban nuestras horas, permanecía tapada entre cortinas escondiendo nuestras risas, ganas y miradas  del mundo de humo en tu patio enloquecido…
Pudiste haber inventado todo pero yo le creí a tus ojos marrones caídos. Todo sin dudas, ¡Todo! Sin comparación. Mi color verde, verde como la hierba. Mis manos heladas y sudorosas, mi voz temblorosa. Todo por ti. ¿Y cómo no? Si robaste toda mi razón, obra de arte, te paraste en la esquina adueñándote de la libertad de mi piel, pintándome a tu antojo, nombrándome con tus nombres, tocando mi cabello, respirando sobre mí…
Un beso, clavado con odio y rencor, muy adentro de los dos. Fue el último. No me lo pediste, no me viste, me fui, con las manos en el bolsillo, y solo una canción, cargada de maletas donde no cabía todo el amor, un cello, una foto, una camiseta, un avión, tres horas que marcaron el final…
Mi oxígeno se terminó, esto ya no es así, te perdí al dejar que me perdieran. Boté todo, apretando los labios para no llorar, rezando porque no se acabe, porque la tierra no tape nuestras promesas de calle. Somos luchadores de todas las luchas menos de las nuestras, la espalda le dimos.  Tantas preguntas, que no resolvimos con decir que no es justo, pero ¡NO LO ES! El mundo repleto de cosas, valiosas, inservibles, hermosas, raras, basura, cielos y mares… Pero yo solo preciso de mi música y de ti.
Tu mirada honda tras una computadora con las cartas escritas para no renunciar, solo quedaron en la bandeja de entrada de un mail que no abro nunca. Fotos a traición que me matan si las veo, fotos de abril con pasos buscados en lugares de piedras y agua. Estamos invitados a alimentar lo imposible, y ahogados en la arrogancia de creer que si se puede, nos venció la sombra del peligro existente entre puerta y puerta. Mi misterio de no saber exactamente como pasó y porque terminó, me metes en un laberinto… Ya no te encuentro y te necesito.
En el escenario de mi habitación a oscuras a la orilla de  la noche escribo esta carta. Te confieso que eres la pregunta fría que no quiero poner bajo una tumba, ¿Para qué recordarte,  después de ser dos absurdos sentados en las aceras de una ciudad impactada por todo lo que tenemos por vivir? ¿Para qué hacerlo si prefiero recostar mi cabeza sobre tu pecho y que se nos pasen las horas? Las pocas ganas de regresar a las fuertes corrientes de apasionarse con unas manos, se las agradezco al horizonte en el que se perdió tu nombre junto al mío. Quiero ir contigo hacia ningún lado, sin pasaportes, sin carreteras y sin llegar. No hay un manual creado, no sé cómo hacerlo. .. Sin corazones y sin para siempre, solo un hoy tras hoy, amándote y quemándome lento en esto junto a ti.  
No es lo que quiero en verdad. Solo quiero olvidarte ¡Ya! De una buena vez.
Aprendiz de cómo acabar con cuentos de hadas, esta no fue nuestra hora. Solo nos regalamos Abril.